EL ESCRITOR…
Creador de una poesía exquisita, de belleza deslumbrante y de gran dificultad -lo que sus enemigos llamaron “culteranismo”- el cordobés don Luis de Góngora fue un hombre de biografía muy poco novelesca. Aunque algunos documentos de la época hablan de un joven amigo de teatros y de tabernas, su vida se limitó a su carrera eclesiástica, que lo llevó a ser racionero de la catedral de Córdoba, a sus afanes cortesanos y a sus quehaceres literarios, por los que consiguió admiradores fervientes y terribles enemigos, entre los que se encontraban Lope de Vega y Francisco de Quevedo. Su fama se debe a poemas como Polifemo y Galatea y las Soledades, que quedaron incompletas tras su muerte, ambas muestra de un estilo barroco, de gran belleza y mayor dificultad para el lector. Pero fue también un agudísimo satírico, un cultivador de géneros populares y un agrio polemista. De sus vicios de juventud, al parecer, le quedó solamente el del juego, lo que, unido al fracaso de sus aspiraciones cortesanas, lo llevó a constantes problemas económicos que supo aprovechar Quevedo.