Luis de Góngora y Argote

Córdoba

1561 – 1627

 

Inicio » Luis de Góngora y Argote

EL ESCRITOR…

Creador de una poesía exquisita, de belleza deslumbrante y de gran dificultad -lo que sus enemigos llamaron “culteranismo”- el cordobés don Luis de Góngora fue un hombre de biografía muy poco novelesca. Aunque algunos documentos de la época hablan de un joven amigo de teatros y de tabernas, su vida se limitó a su carrera eclesiástica, que lo llevó a ser racionero de la catedral de Córdoba, a sus afanes cortesanos y a sus quehaceres literarios, por los que consiguió admiradores fervientes y terribles enemigos, entre los que se encontraban Lope de Vega y Francisco de Quevedo. Su fama se debe a poemas como Polifemo y Galatea y las Soledades, que quedaron incompletas tras su muerte, ambas muestra de un estilo barroco, de gran belleza y mayor dificultad para el lector. Pero fue también un agudísimo satírico, un cultivador de géneros populares y un agrio polemista. De sus vicios de juventud, al parecer, le quedó solamente el del juego, lo que, unido al fracaso de sus aspiraciones cortesanas, lo llevó a constantes problemas económicos que supo aprovechar Quevedo. 

… Y EL BARRIO DE LAS LETRAS.

Góngora, dedicado a sus obligaciones religiosas y a sus quehaceres literarios, tuvo una vida poco aventurera. Aunque hubiera querido que alguno de los nobles que le protegían lo llevaran en sus viajes por Europa, lo cierto es que sus numerosos viajes por España se debieron a gestiones de la catedral de Córdoba. En 1617 trasladó su residencia a Madrid, ciudad por la que no sentía mucho aprecio, como se ve en las burlas que hizo al río Manzanares, y se instaló en el Barrio de las Letras. Vivía en una casa alquilada en la calle del Niño (hoy de Quevedo), pero en 1620 la compró su archienemigo Francisco de Quevedo, que lo desahució inmediatamente. Góngora pasó entonces a vivir en la calle de las Huertas, frente al convento de las Trinitarias. En 1626, gravemente enfermo, volvió a su Córdoba natal, donde murió en 1627. 

     Duélete de esa puente, Manzanares;
mira que dice que ahí la gente
que no eres río para media puente
y que ella es puente para muchos mares.

   Hoy, arrogante, te ha brotado a pares
húmedas crestas tu soberbia frente
y ayer me dijo humilde tu corriente
que eran en marzo las caniculares.

   Por el alma de aquel que ha pretendido
con cuatro onzas de agua de chicoria
purgar la villa y darte lo purgado,

   me di: ¿cómo has menguado y has crecido?
¿Cómo ayer te vi en pena y hoy en gloria?
  -Bebióme un asno ayer, y hoy me ha meado.

Luis de Góngora, Soneto al puente de Segovia, 1588

Diego Velázquez
Don Luis de Góngora,
1622