Benito Pérez Galdós

Las Palmas de Gran Canaria 1843


Madrid, 1920

 

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EL ESCRITOR…

Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria, y en las islas transcurrió su niñez y su primera juventud. Sin embargo, el cierre de la universidad de La Laguna hizo que Galdós se trasladara a Madrid en 1862 para estudiar Derecho. Una vez en la capital, las muchas oportunidades que ofrecían los cafés, el Ateneo y los teatros lo fueron alejando de las aulas y acercando a la vida literaria. En la década de 1870 comienza a publicar novelas en defensa de sus ideales liberales y en contra de la España intolerante y clerical: Doña Perfecta, Gloria, La familia de León Roch. A la vez escribe también sus Episodios nacionales, de los que publicó en aquellos años las dos primeras series, un total de veinte episodios que creó en seis años.

Convertido ya en un novelista famoso, en 1881 publica La desheredada, con la que inaugura su ciclo de las novelas contemporáneas, entre las que están sus obras maestras, como la monumental Fortunata y Jacinta (1886-1887). En los años 90 retoma los Episodios nacionales (tercera, cuarta y quinta serie) y prueba fortuna en el teatro. Electra, estrenada en 1901 en el Teatro Español, fue un enorme éxito y un tremendo escándalo por su ataque a la hipocresía clerical. Aunque siempre se mantuvo fiel a sus principios liberales, en sus últimos años radicalizó su postura política, y en 1910 encabezó la Conjunción Republicano-Socialista. En ese tiempo comenzó a perder la visión: en 1919 estaba completamente ciego. Murió en Madrid en 1920. Treinta mil madrileños acompañaron el féretro desde su casa, en la calle de Hilarión Eslava, hasta el cementerio de la Almudena. 

… Y EL BARRIO DE LAS LETRAS.

Nadie ha retratado Madrid como el canario Benito Pérez Galdós. A lo largo de su inmensa obra novelesca aparecen las calles, las plazas, los comercios, las viviendas de la burguesía y del pueblo… El Barrio de las Letras es el marco de la acción en varias de sus novelas y de los Episodios Nacionales: el estreno de El sí de las niñas en el Coliseo de la Cruz en La Corte de Carlos IV, la iglesia de San Sebastián y su cohorte de mendigos en Misericordia, la calle del Amor de Dios en Miau… Pero si hay una obra que gira en torno a un espacio concreto es La Fontana de Oro, la primera de las novelas galdosianas, publicada en 1870. En ella, la antigua fonda, una de las pocas que existían en Madrid a comienzos del siglo XIX, es también el espacio donde se reunían los liberales en el trienio 1820-1823, época en que transcurre la acción de la novela. 

En La Fontana es preciso demarcar dos recintos, dos hemisferios: el correspondiente al café y el correspondiente a la política. En el primer recinto había unas cuantas mesas destinadas al servicio. Más al fondo, y formando un ángulo, estaba el local en que se celebraban las sesiones. Al principio, el orador se ponía en pie sobre una mesa, y hablaba; después, el dueño del café se vio en la necesidad de construir una tribuna. El gentío que allí concurría era tan considerable, que fue preciso arreglar el local, poniendo bancos ad hoc. […] Por último, se determinó que las sesiones fueran secretas, y entonces se trasladó el club al piso principal. Los que abajo hacían el gasto, tomando café o chocolate, sentían en los momentos agitados de la polémica un estruendo espantoso en las regiones superiores, de tal modo que algunos, temiendo que se les viniera encima el techo, con toda la mole patriótica que sustentaba, tomaban las de Villadiego, abandonando la costumbre inveterada de concurrir al café.

Benito Pérez Galdós, La Fontana de Oro, 1870.

Joaquín Sorolla,
Retrato de Benito Pérez Galdós
1894